El fútbol tiene muchas caras. Vicente Verdú en El fútbol. Mitos, ritos y símbolos hace alusión a su origen bélico y a su estructura litúrgico-religiosa, desde el punto de vista antropológico.
Los toreros rezan antes de echarse al ruedo: les va la vida en ello. ¿Qué pasa en los estadios? Muchos futbolistas se encomiendan a Dios antes de salir al campo. O hacen otros gestos: santiguarse, besar la medalla, señalar al cielo cuando marcan un gol... O rezar colectivamente, como lo hizo Brasil.
En tiempo de caída colectiva del sentir religioso, muchos elementos sustitutorios vienen a cumplir las funciones de la religión. El fútbol, a veces contagiado de toda clase de magias y supersticiones puede ser uno de ellos: ha pasado a ser una religión. En una competición y espectáculo como el fútbol es tentador acudir a los dioses de la suerte y relacionar la puesta en escena de cada partido con prácticas mágicas y supersticiosas. No es de extrañar que abunden, pues, toda clase de rituales relacionados con los hados favorables.
El periódico El Mundo recordaba hace tiempo en su sección de deportes que durante los partidos, los brasileños olvidan la miseria y la segregación social. Todos creen con fervor que su equipo es invencible. Y, para ganar, rezan, encienden cirios, invocan espíritus y hasta practican sacrificios...
De hecho, en el Mundial de Corea (2002), los jugadores de Brasil practicaron la oración antes y después de todos los partidos. Consiguieron su quinto campeonato y todas las televisiones mostraron la imagen en que futbolistas, técnicos y ayudantes, arrodillados sobre el césped, y con las manos enlazadas dieron gracias a Dios. Algunos jugadores expresaron su agradecimiento a Dios mostrando sus camisetas a todo el mundo con mensajes como Jesús te ama.
Algunos jugadores, aparte los rituales de rigor (recogerse en oración antes de cada partido, celebrar los goles mostrando una camiseta con palabras
Gracias, Dios...), hacen un hueco a la espiritualidad en los vestuarios y en otros momentos de su vida. Y no tienen reparos en hablar de su fe religiosa.
El nigeriano Kanu en 1996, en un momento espléndido de su carrera, le encuentran una anomalía cardíaca y su vida y su carrera corren peligro. Todos daban por terminada su vida. Sin embargo, una operación milagrosa le salvó la vida. En los momentos de dolor ha sentido la fuerza de los que rezaban por él.
El defensa belga George Grun descubrió el amor de Dios y fortaleció la fe cuando perdió a su hija pequeña en 1992.
En Dios encontré el sentido de la vida.
El delantero del Milán, Kaká, lleva escrito en las lengüetas de sus zapatillas
Dios es fiel.
(Tomado y adaptado de la rev. Religión y Escuela, junio 2006, HERMINIO OTERO)